martes, 7 de enero de 2014

No tengo tiempo

El otro día me abordó una señora Anciana. Abordar es un eufemismo para no decir que me arrolló, me empujó, me atropelló,  mientras con el bolso golpeaba la cara de mi ausente hija sentada en su cochecito.
- Señora, espere que unos salgan para que otros entren.
Lección:
- ¿Esperar? Tengo 95 años, no puedo esperar.
No había terminado la frase cuando deseé que un súbito paro cardíaco la borrara de la faz de la tierra. Segundos después, lamenté haberlo pensado. Ni con 95... ni con 30.