Ruido Sordo de Colores: junio 2011

Este proyecto surgió como todos los proyectos que surgen donde hay más de dos hombre reunidos y uno pronuncia la frase mágica que desencadena esa descarga eléctrica en el cerebro masculino, y que conlleva una serie de acontecimientos fatales e irreversibles, a modo de bola de nieve, y que en el desvarío propio de la mente del macho alfa, nada puede hacer salvo afrontarlo sino quiere ver en entredicho, ya no su masculinidad o su hombría, sino su valor y coraje, y no quedar reducido a un mero portador del apodo de "Gaseosas". Así fue como tras escuchar el típico: "¡A que no hay huevos...!", nos enfrascamos en los más audaces desvaríos que dieron lugar a un proyecto que, a primera vista sí parecía factible, a pesar de la pandilla de energúmenos que haría frente al trabajo.

Contar con el Señor Niscalito como mente pensante del proyecto ya da una idea de como iban a acontecer las cosas. Solo para preparar el tablero con imprimación blanca le llevó practicamente un mes incluyendo vacaciones de Semana Santa. Tras múltiples cálculos, que a decir verdad creo que realizó a través de internet, vamos que se tocó prácticamente los cataplines, decidimos cual sería su ubicación y su forma. La plasmación del diseño, que no el diseño en sí, al que llegamos tras arduas reuniones y negociaciones a pie de pista, quedó en mis manos. El diseño debía ser algo significativo para nosotros (así que quedaba descartada una cruz, aunque a alguno le doliera. La explicación del diseño quedará para futuros posts) y alegre: el reloj iba a estar ubicado en un centro escolar y por lo tanto pretendíamos que fuera algo vistoso y llamativo que llamara la atención de la muchachada.

Después de realizar una serie de bocetos, se dibujó en la madera imprimada a lápiz, para pasar a pintarlo con pintura acrílica. El exterior de las "gotas de colores" se realizó con rotulador permanente (al paso que llevábamos, haberlo realizado con pintura y pincel habría supuesto estar todavía pintando. Qué se le va a hacer, uno es así de torpe). A continuación colocamos las líneas horarias que determinarían la ubicación de los números sobre el tablero. Se realizaron una serie de plantillas con los números que se plasmaron sobre el reloj, así como una serie de "gotas" exteriores, que señalaran con mayor precisión el momento en que la hora marcaría a en punto.

Una vez finalizada la pintura, llegamos al momento cumbre. Era la hora de colocar el gnomon sobre el tablero. Después de tres meses de trabajo, y tres meses de supuestos cálculos, el señor Niscalito solo debía realizar los tres agujeros que debían sujetar la pequeña pieza triangular al tablero. Desacertadamente dejamos el taladro en sus manos y procedió a usarlo... en la cara errónea del gnomon. Así que, en una pieza donde debía haber tres agujeros nos encontramos con seis y un posterior trabajo de enmasillado y ocultación de la chapuza supina. ¡Hay que estar tarao´!... pero fue divertido y un motivo de chanza y mofa sin igual.

Hace tan solo unos días, y gracias a la colaboración altruista de la empresa de instalaciones eléctricas "El Pincho" (todo por el arte y la cultura, exclamaban desde su grua), conseguimos colocarlo en la fachada objetivo. Han pasado más de cuatro meses desde que la idea tomó forma, pero ha merecido la pena. Ha sido divertido, enriquecedor y un estímulo durante estos meses. Y porqué no, lo más importante, hemos sido capaces y hemos tenido los bemoles... eso sí, la performance que habíamos planeado quedó en el limbo, aunque hubiera pagado por ver la cara de alguno si hubiésemos osado.

P.D.: En el video aparecen dos de las tres personas implicadas en la elaboración del proyecto, el señor Niscalito y el Sargento Mayor de la Sta. Cruz, pero no aparezco yo; no me busquen; sigo en el anonimato por si algún día a alguien se le ocurre preguntar por los permisos....