viernes, 18 de mayo de 2012

Cateto e hipotenusas

 1

¡Beep!  Mensaje

Sabe que no debería, pero acepta de todos modos. Terriblemente sola, hace tiempo que no se siente la mujer que solía. Además, tan solo será una copa. Tampoco tiene porqué enterarse, y si lo hace, ya nada importa. Para ella hace tiempo que siente que él no está a su altura. No queda nada del tipo que algún día fue. Al menos ella, no lo reconoce. Si continúa ahí, anda muy bien escondido, como aletargado. ¿Cómo lo consigue? 

¡Beep!  Mensaje
 
Ha tomado la decisión. Se arreglará, rebuscará en sus entrañas la mejor de sus fachadas. Había olvidado lo que se sentía al situarse ante el espejo con un objetivo por delante. Vuelve a sentirse viva, persona, mujer. Algo se revuelve en su estómago cómo cuando era niña. Colocarse ante el espejo y dejar todo en perfecto estado para que comience la caza. Se demostrará y le demostrará quién es todavía. Lo que no tiene claro aún, es ante quién hace la demostración. ¿Será ante la persona con la que ha pasado los últimos años, o a los visitantes del pasado? Qué sencillo hacer volver viejos fantasmas. En realidad, sabe que lo hace por ella misma. Quiere saberse capaz. Sentirse mujer de nuevo.Y lo hará. Ya pensará después en las consecuencias, si es que las hay. Además, solo será una copa.

Suena el móvil. No lo esperaba, pero no titubea. Son las consecuencias de haber tomado una decisión. Sólo más adelante dejará un resquicio a la duda, cuando en medio de una discusión, dude si herirlo intencionadamente confesándolo todo entre lágrimas. Cuelga y abandona el apartamento como tenía previsto. Demasiado tarde para echarse atrás. Se repite para autoconvencerse que mucho ha esperado ya. Que no vivirá eternamente, y peor todavía, no será joven eternamente.

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2

Enviar ¡Swishhhhh!

Sonríe. Sabía que llegaría el momento de recuperar el tiempo perdido. Lo ha esperado desde el día que se marchó. Ante el espejo se arregla sin dejar de fantasear en un mundo de posibilidades. Hace tan solo unos meses, las esperanzas largo tiempo abandonadas, yacían como Lázaro en su tumba. Jesús aparece, la historia se invierte ¡Qué poco se necesita para reavivar viejos rescoldos! 

Enviar ¡Swishhhhh!
Emocionado ante el espejo, no puede poner freno a sus fantasías. Cuánto tiempo ha soñado este instante. Sería inútil pedir a su febril mente que cesase. A nadie se le ocurriría detener un coche sin frenos colocando las palmas desnudas de sus manos. Las palmas desnudas de sus manos. Sólo imaginar su contacto... Merecerá la pena. Sabe que no debe presionar. Que debe jugar sus cartas y que el tiempo decida los acontecimientos. Llevar la historia a un punto sin retorno y que el propio relato  arranque de su lomo sus páginas a mordiscos.

Beep beep beep beep beep beep beep beep beep Marcar
La espera en el punto acordado. Pone su cabeza a funcionar, modo REC. Sigue tan guapa como siempre, quizá más. Es lo que ocurre después de tanto tiempo persiguiendo al objeto del deseo.

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-1 ó 0

Querría, pero no puede culparse. Ha vivido demasiado tiempo dentro de su cabeza. Anacoreta exiliado en la patria de su mente. Solo necesitaba saber que estaría allí para sostenerlo. Ahora que se ha ido, su conexión con la realidad se desvanece. Siente la angustia en su pecho, pero no el dolor. Poco a poco se esfuma. Sus contornos se difuminan, y se cree desaparecer a pesar de los esfuerzos por mantenerse aferrado a la materia que, cree,  lo aprisiona, aunque le de forma. Una vez que se complete el proceso, vagará como una sombra entre mundos, asido al carro de su imaginación, y dejando que este le lleve a través de los incontables mundos del infierno. Le gustaría poder expresarse, gritar quién es, hacer que alguien se fije en él antes de que la transformación se complete. Incomprendido de sí mismo, nunca entenderá porque no supo expresarlo. Demasiado complejo. Demasiado él. Quiere gritar, pero el agujero negro que se ha formado en su garganta apenas deja escapar un siseo. Quiere gritar, pero no nadie le escucha, porque no pueden verle.

Los desvaríos de la mente pueden ser crueles y atroces, pero peor aún es verlos convertidos en una realidad. ¿Dónde estaba cuándo todo esto sucedía? Nunca lo creyó posible. Nunca la creyó capaz, no porque no tuviera valor, o porque no mereciese la pena. Sabía lo afortunado que era con tan solo mirar a los transeúntes de paseo en un día cualquiera. Pero se había entregado a ella, desnudo por primera vez en su vida, sin sentir la verguenza del ojo censor. Él nunca ocultó nada, pero nunca fue capaz de mancillar con trivialidades su sacra relación. Incapacitado para ello incluso después de lo sucedido, sigue sin ser capaz de manejar lo mundano. Tan solo queda el llanto, las noches de insomnio, el dolor y la pena.

Sólo cuando transcurran los años, comprenderá que no hubo culpables. Tan solo personajes jugando su juego, interpretando su papel, siendo. Pero mientras ese día llega, comienza la siega. La recolecta de recuerdos. El único alimento para su supervivencia, a pesar de saber que con solo la intención de aferrarlos, de tocarlos, se desvanecerán como humo, dejándolo a merced del tibio aroma del pasado.