sábado, 10 de agosto de 2013

Una vez más

He perdido la cuenta de los intentos que lleva. Como si nada, afronta una vez más el reto de llegar hasta lo más alto de la roca. Pasito a pasito, se encarama sobre sus patas traseras (¿Patas traseras? ¿Son esas sus patas traseras si se supone que caminan hacia atrás?) Antes de que pueda equilibrarse sobre el último escalón, otra ola irreverente lo obliga a empezar desde el principio.

¿Por qué me siento yo frustrado? ¿Acaso no he aprendido nada de su actitud? Como si nada hubiera ocurrido, sin atisbo de duda, ira o enfado por encontrarse por enésima vez en esta encrucijada, sacude levemente sus pinzas y comienza una nueva escalada. Nada ha perturbado su espíritu. Nada ha ocurrido. Nada ha sucedido. Antes estaba arriba. Ahora abajo. ¿Dónde está la diferencia? El solo seguía su camino, y eso sigue haciendo.  Lo miro y sonrío. Gracias por la lección.